Al terminar ambos con nuestra tortura, se retiraron de la habitación sin antes decirnos que nos pusiéramos aquellas batas rojas de ceda.
Chinen como rayo se la puso, pero yo no podía ni moverme o quejarme, de repente sentí como dejaron caer la bata sobre mi espalda, las pequeñas manos de Chinen me ayudaron aponérmela.
-crees que algún día podremos salir de aquí - pregunte con las pocas fuerzas que tenía.
Apenas Chinen iba a decirme su repuestas cuando se estremeció, aquellos malditos habían vuelto.
Kamenashi se dirigió al equipo de grabación y encendía otras luces junto con la cámara. Akanishi apago la luz del cuarto, quedando así solo iluminada la cama. El miedo corría por mis venas como si fuera adrenalina.
- Qué nos van a hacer? - casi ni pude formular la pregunta del pánico que sentí.
- solo nos vamos a divertir - Akanishi le acaricio la mejilla a Chinen - solo eso - soltó una carcajada macabra.